El proyecto FLORESTA es una propuesta de arte en territorio, un trabajo en proceso que va tomando sus derivas en la medida que lo voy elaborando. Una serie de intervenciones en la naturaleza me lleva a convocar a gente de mi pueblo para acompañarme en una producción artística colectiva, que se va modificando en el hacer, tejiendo una red de relaciones afectivas.
Una acción simbólica, sanadora o de protección, que comienza con la construcción de objetos textiles: una serie de injertos y una gran manta protectora realizados con retazos de telas heredados del taller de mi abuela costurera y otros regalados por vecinas y amigas.
Esta producción la empiezo sola, como proyecto individual, pero luego involucro a mi familia y a las vecinas en la elaboración de estos objetos y finalmente en la instalación. En una primera instancia, colaboran los pequeños de la familia, mis hijos Dante y Gino, con los cuales aprovechamos los momentos íntimos de las tertulias que propone el atardecer y la noche pueblerina, para seleccionar, cortar y organizar el material con el que luego armamos los objetos, pequeños bultos de tela cocidos por ellos mismos que son ensamblados a las formas mayores realizados por mí. Esas referencias a diferentes frutos, hojas, semillas, ramas, son los que utilizaré como INJERTOS.
En el proceso de producción de la MANTA participaron mujeres colaboradoras de la Biblioteca Popular Mariano Moreno, lugar de reunión donde juntaron sus desechos de telas, seleccionaron, cortaron, enrollaron, abrocharon y ensamblaron los diferentes géneros.
Paralelamente realizamos un recorrido por la zona con algunos chacareros, analizando los diferentes cultivos (maíz, soja, sorgo, alfalfa). En esa instancia fui haciendo entrevistas, recopilando relatos y armé un archivo de fotos y videos, material que servirá para distintas ediciones. Finalmente para dar cuenta de este programa, elaboro un video final donde documento el proceso de construcción y la intervención con los INJERTOS y la MANTA, en la que colaboraron gente de la comunidad y el dueño del campo intervenido para realizar la acción sanadora de cubrir los sembrados. Con esto amplié la idea inicial de protección y sanación y recupero las tradiciones de las mujeres y hombres del campo que le atribuyen carácter sacro al cultivo, para desde ese lugar, construir un relato poético comprometiendo a los actores cotidianos.